viernes, 30 de octubre de 2015

Poner el cascabel al gato

Son numerosas en la oficina moderna las situaciones problemáticas que requieren ser abordadas y corregidas para evitar el naufragio o, al menos, para alcanzar sanos y salvos la orilla del viernes una semana más. Algunos iniciados entienden muy pronto que esto último es muchas veces el único objetivo verdaderamente alcanzable en la vida profesional. Son muchos más los que sólo lo aceptan cuando ya es demasiado tarde.

En todo caso, la solución de los problemas laborales requiere primeramente de un adecuado diagnóstico de su naturaleza y origen, tarea que, sin alcanzar la categoría de lo heroico, exige con frecuencia notables esfuerzos tanto intelectuales como emocionales. Ello es función no sólo de la complejidad de las situaciones sino, especialmente, de la falta de transparencia que caracteriza con demasiada frecuencia nuestras organizaciones.

No es, sin embargo, la identificación del problema y sus posibles soluciones la más complicada de las tareas. En realidad es a partir de ese momento cuando comienzan las mayores dificultades que confieren en ocasiones caracteres épicos al proceso.

En efecto, alcanzamos la fase en la que alguien debe "poner el cascabel al gato", locución que el Diccionario de la Real Academia Española define de forma escueta como "arrojarse a alguna acción peligrosa o muy difícil". Mucho más útil resulta en esta ocasión la definición que nos ofrece María Moliner en su Diccionario de Uso del Español: "ser alguien, entre varios interesados, el que se atreve a ejecutar cierta cosa difícil o embarazosa; particularmente, decirle a alguien cierta cosa".  Lo ajustado de la definición a la moderna realidad laboral queda acreditado con el ejemplo que nos propone Moliner a continuación: "ese plan está muy bien, pero veremos quién le pone el cascabel al gato". Sólo se echa de menos una referencia al power point que, como es sabido, lo aguanta todo.

El origen de la expresión podemos situarlo en las fabulas medievales de procedencia o inspiración clásicas, probablemente en los cuentos que utilizaban a los animales para ilustrar enseñanzas morales siguiendo el ejemplo de Esopo.  En el "Libro de los Gatos", volumen del siglo XIV que descansa en la Biblioteca Nacional, se recoge un cuento titulado "De los mures con el ratón" que narra las conversaciones entre unos ratones. Una vez que han decidido poner el cascabel ("atar una esquila al pescuezo") al gato para conocer sus movimientos, todos se excusan de hacerlo con una frase que todos hemos oído en innumerables ocasiones en el ejercicio profesional: "yo no". La historia conoció fortuna en nuestra lengua y fue desarrollada posteriormente por Samaniego y Lope de Vega, entre otros.

No sorprenderá que en inglés exista la misma expresión (to bell the cat) si sabemos que el "Libro de los Gatos" es en realidad una traducción bastante libre (y con algún añadido) de una obra en latín del monje inglés Oto de Cheriton, quien escribió en el siglo XIII un buen numero de fábulas de inspiración clásica e intención crítica con los excesos del alto clero y la nobleza.

Sin embargo, el uso de la expresión es mucho más infrecuente en inglés que en nuestra lengua. Para expresar esta idea en un contexto coloquial es, por ello, más recomendable emplear en inglés la locución to stick one's neck out (algo así como sacar el cuello, con la implicación de que nos lo pueden cortar). El Cambridge Dictionary of Idioms define la expresión como to give an opinion which other people may not like or which other people are frightened to give (dar una opinión que a otras personas les puede no gustar o que otras personas temen dar).

Ejemplos prácticos:
  • Cuando empezaron los retrasos, fue la única que le puso el cascabel al gato y pidió explicaciones a la central. When the delays started, she was the only one to stick her neck out and demand an explanation from headquarters.
  • El problema estaba muy claro para todos pero nadie quería ponerle el cascabel al gato y enviar un informe a Paco. It was clear to everyone involved what the problem was but no-one wanted to stick their neck out and send a report to Frank.

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